El comité ejecutivo de la Confederación Vallisoletana de Empresarios (CVE) ha lamentado que el cómputo de víctimas en residencias de ancianos, «colectivo no productivo desde el punto de vista económico», vaya a retrasar en Castilla y León el proceso de desescalada; el paso de la fase 0 a la 1.

En este comunicado que emitió con fecha 14 de mayo la CVE avisaba que este criterio iba a traer “graves consecuencias para nuestra economía en términos de pérdida de competitividad, dejando a nuestras empresas en clara desventaja frente a otras”.

Tienen razón los representantes de los empresarios de esta provincia de Castilla (¿y León?). Los ancianos y ancianas no se van a incorporar al trabajo ya que “no son una sociedad productiva” Entonces, ¿Para qué tener en cuenta sus muertes? Obviemos los datos. Esas personas no existen, no cuentan.

Desconozco a día de hoy si efectivamente ese retraso tuvo graves efectos económicos en la provincia, y supuso una pérdida de competitividad para sus empresas por tener en cuenta los ancianos muertos. También desconozco si hubo reacciones a esta información, si a los empresarios y empresarias asociados les pareció bien este tratamiento a los ancianos. No sigo la actualidad y no estoy al día, pero desde que la leí sentí una punzada en el pecho, tragué saliva y me pregunté que suponía esta declaración por parte de estos representantes empresariales que decidieron obviar la condición humana, la dignidad de estas personas al reducirlas a una fuerza no-laboral, a un colectivo improductivo, sin rostro. Viejos y viejas que ya han llegado a su última etapa, que solo dan trabajo, pero no aportan. A los que hay que arrumbar, ladear, silenciar, e incluso ¿negar auxilio?

A fecha 5 de junio en nuestro país habían fallecido 28.000 personas por el virus, de las cuales 19.400 lo habían hecho en residencias (el 70%). Si estimamos que de los 8.600 restantes la mitad podría tener más de 65 años… la situación tampoco es tan grave pues solo habríamos “perdido realmente” unas 4.000 personas que producen, que aportan al PIB español, mantienen esta sociedad y crean riqueza. Sin olvidar (otro buen dato) que el estado deja de abonar más de 20.000 pensiones, aunque muchas de estas personas hayan cotizado durante toda su vida laboral, o no todo el tiempo, porque a algunos les engañaron y no cotizaron por ellos.

Pero ustedes, junta directiva de la CVE, tendrán, padres, madres, tías, abuelos, suegras o hermanos, amigos y vecinas ancianos, a los que felicitarán por su cumpleaños, que les importen, o incluso amen ¿verdad?

¿En qué momento estas personas perdieron su condición humana y pasaron a convertirse en un objeto económico? ¿Quiénes son ustedes para condenarlos a este estado? ¿Desde dónde hablan, a quien representan, qué pretenden? ¿Creen que ustedes nunca serán viejos, que no ingresarán en una residencia, que su familia los acogerá y cuidará?

¿Saben que entre el 11 de marzo y el 11 de mayo, los bomberos de Madrid hallaron muertos en sus domicilios, a 62 ancianos, y que esa cifra era un 163% superior al mismo periodo del año anterior? Y no era en residencias. Vivían solos.

Ahora hemos sabido que, desde el 18 de marzo la Consejería de Sanidad de la CA de Madrid, elaboró protocolos dirigidos a los hospitales públicos que excluían el ingreso de pacientes de residencias con gran dependencia o con discapacidad, sin importar en este caso, la edad. Más claro, decidir quién se salva y quien muere, y no admitir a ancianos de las residencias, dejándolas a su suerte. Múltiples querellas ya están en marcha por homicidio imprudente y posible denegación de auxilio. (Por cierto, me hace mucho ruido el silencio que mantiene la Iglesia católica y sus clérigos ante esta falta de humanidad).

Bueno como ven, no están solos. Otros comparten sus criterios.

¿Cuál será el siguiente paso? Ustedes –de acuerdo con estos protocolos de la Consejería de Sanidad, podrían considerar mañana como colectivo no productivo a las personas con discapacidades físicas o mentales, a desempleados y desempleadas, a los perceptores del ingreso mínimo vital, a las personas que llevan las tareas del hogar, a los inmigrantes sin papeles aunque trabajen clandestinamente y mal pagados…

¿Les suena…? Esto ha ocurrido ya en el pasado, pero está comenzando a pasar hoy.

Ustedes dirán que no han querido decir lo que han dicho y que lo he sacado de contexto, pero lo han dicho. Sin tacto, sin respeto, sin empatía ni compasión.

Si permitimos que comentarios y afirmaciones de este tipo se instalen en la sociedad y se invoque a LA ECONOMIA como única referencia válida para nuestra vida, perdemos nuestra condición humana, y a partir de aquí todo es posible. Comentarios superficiales como el suyo contribuyen a crear una sociedad donde no tengan sitio los viejos y no olviden que todos seremos viejos y moriremos, y el trato que ustedes (y sumo a políticos y autoridades sanitarias que aprobaron esos protocolos en Madrid y otras Comunidades Autónomas) propongan hoy para los mayores, lo recibirán mañana. Sus hijos ya están presenciando como ustedes tratan a sus abuelos. No esperen recibir mejor trato.

Y no se trata de morir dignamente sino de vivir dignamente. Debemos de hablar del “estado de bienestar” y hablemos del “estado de dignidad”.

Y cierro con algunos fragmentos de “Llegar a viejo” de mi querido Joan Manuel Serrat.

Si fuesen poniendo luces en el camino a medida que el corazón se acobarda…y los ángeles de la guarda diesen señales de vida…

Quizá llegar a viejo sería más razonable más apacible, más transitable

En lugar de arrinconarnos en la historia convertidos en fantasmas con memoria.

Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina…

O simplemente si todos entendiésemos que todos, llevamos un viejo encima.